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Algunos en compañía de otros


"Todas las mañanas, cuando llegaban a la Central Quesera Q, Kif y Kof se ponían cómodos, como si estuvieran en casa, colgaban sus zapatillas y se ponían las pantunflas. Como ya habían encontrado el queso, cada vez se sentían más a gusto.

Esto es una Maravilla – dijo Kif -. Aquí tenemos queso suficiente para toda la vida. Las personitas se sentían felices y contentas, pensando que estaban a salvo por siempre.

No tardaron mucho en considerar suyo el queso que habían encontrado en la Central Quesera Q. Y había tal cantidad almacenada allí que, poco después, trasladaron su casa cerca de la central y construyeron una vida social alrededor de ella.

Para sentirse más a gusto, Kif y Kof decoraron las paredes con Frases e incluso pintaron trozos de queso que los hacían sonreír. Una de las frases decía:

TENER QUESO HACE FELIZ



En ocasiones Kif y Kof llevaban a sus amigos a ver los trozos de queso que se apilaban en la Central Quesera Q. Unas veces lo compartían con ellos y otras, no. Nos merecemos este queso – dijo Kif -. Realmente tuvimos que trabajar muy duro y durante mucho tiempo para conseguirlo. – Tras estas palabras, cogió un trozo de queso y se lo comió. Después Kif se quedó dormido, como solía ocurrirle. Todas las noches, las personitas volvían a casa cargadas de queso y todas las mañanas regresaban, confiadas, por más queso la a Central Quesera Q.

Todo siguió igual durante algún tiempo.

Pero al cabo de algunos meses, la confianza de Kif y Kof se convirtió en arrogancia. Se sentían tan a gusto que ni siquiera advertían lo que estaba ocurriendo.

El tiempo pasaba, y Oli y Corri seguían haciendo lo mismo todos los días. Por la mañana, llegaban temprano a la Central Quesera Q y husmeaban, escarbaban e inspeccionaban la zona para ver si habían ocurrido cambios con respecto al día anterior. Luego se sentaban y se ponían a mordisquear el queso.

Una mañana, llegaron a la Central Quesera Q y descubrieron que no había queso.

No les sorprendió. Como habían notado que las reservas de queso habían ido disminuyendo poco a poco, Oli y Corri estaban preparados para lo inevitable e, instintivamente, enseguida supieron lo que tenían que hacer.

Se miraron el uno al otro, cogieron las zapatillas deportivas que llevaban atadas al cuello, se las calzaron y se las anudaron.

Los ratones no se perdían en análisis profundos de las cosos. Y tampoco tenían que cargar con complicados sistemas de creencias.

Para los ratones, tanto el problema como la solución eran simples. La situación en la Central Quesera Q había cambiado. Por lo tanto Oli y Corri decidieron cambiar.

Ambos asomaron la cabeza por el laberinto. Entonces Oli alzó el hocico, husmeó y asintió con la cabeza, tras lo cual, Corri se lanzó a correr por el laberinto y Oli lo siguió lo más deprisa que pudo.

Ya se habían puesto en marcha en busca de queso nuevo.

Ese mismo día, más tarde, Kif y Kof hicieron su aparición en la Central Quesera Q. No habían prestado mucha atención a los pequeños cambios que habían ido produciéndose y, por lo tanto, daban por sentado que su queso seguiría allí.

La nueva situación los pilló totalmente por desprevenidos.

-¿Qué? ¿No hay queso? – gritó Kif - ¿No hay queso? – repitió muy enojado, como si gritando fuese a conseguir que alguien se lo devolviera -. ¿Quién se ha llevado mi queso?- bramó indignado. Finalmente, con los brazos en jarras y el rostro enrojecido de ira, vociferó –¡Esto no es Justo!.

Kof sacudió negativamente la cabeza con gesto de incredulidad. Él también había dado por supuesto que en la Central Quesera Q habría queso, y se quedó paralizado por la sorpresa. No estaba preparado para aquello.

Kif gritaba algo, pero Kof no quería escucharlo. No tenía ganas de enfrentarse a lo que tenía adelante, así que se desconectó de la realidad.

La conducta de las personitas no era agradable ni productiva, pero sí comprensible.

Encontrar queso no había sido fácil, y para las personitas eso significaba mucho más que tener todos los días la cantidad necesaria del mismo.

Para las personitas, encontrar queso era la dar con la manera de obtener lo que creían que necesitaban para ser felices. Cada una tenía, según fueran sus gustos, su propia idea de lo que significaba el queso.

Para algunas, encontrar el queso era poseer cosas materiales. Para otras, disfrutar de buena salud o alcanzar la paz interior. Para Kof, el queso significaba simplemente sentirse a salvo, tener algún día una estupenda familia y una confortable casa en la calle Cheddar.

Para Kif , significaba convertirse en un Gran Queso con otros a su cargo y tener una hermosa mansión en lo alto de las colinas Camembert. Como el queso era muy importante para ellas, las dos personitas pasaron mucho tiempo decidiendo qué hacer. Al principio, lo único que se les ocurrió fue inspeccionar a fondo la Central Quesera Q para comprobar si realmente el queso había desaparecido.

Mientras que Oli y Corri ya se habían puesto en marcha, Kif y Kof continuaban vacilando y titubeando. Despotricaron y se quejaron de lo injusto que era todo lo ocurrido, y Kof empezó a deprimirse. ¿Qué sucedería si al día siguiente tampoco encontraban el queso? Había hecho muchos planes para el futuro basados en aquel queso...

Las personitas no daban crédito a lo que veían. ¿Cómo podía haber ocurrido aquello? Nadie les había avisado. No estaba bien. Se suponía que esas cosas no tenían que pasar.

Aquella noche, Kif y Kof volvieron a casa hambrientos y desanimados; pero antes de marcharse de la Central Quesera Q, Kof escribió en la pared:



CUANTO MÁS IMPORTANTE ES EL QUESO PARA UNO, MÁS DESEA CONSERVARLO



Al día siguiente, Kif y Kof salieron de sus respectivas casas y volvieron a la Central Quesera Q, donde esperaban encontrar, de una manera u otra, su queso. Pero la situación no había cambiado: el queso seguía sin estar allí. Las personitas no sabían qué hacer. Kif y Kof se quedaron paralizados, inmóviles como estatuas.

Kof cerró los ojos lo más fuerte que pudo y se tapó los oídos con las manos. Quería desconectarse de todo. Se negaba a reconocer que las reservas de queso habían ido disminuyendo de manera gradual. Estaba convencido de que habían desaparecido de repente.

Kif analizó la situación una y otra vez, y, al final, su complicado cerebro dotado de un enorme sistema de creencias empezó a funcionar.

-¿Porqué me han hecho esto?- se preguntó -. ¿Qué está pasando aquí?

Kof abrió los ojos, miró a su alrededor e inquirió:

-Por cierto, ¿dónde están Oli y Corri? ¿Crees que saben algo que nosotros no sabemos?

-¿Qué quieres que sepan?- espetó Kif en tono de desprecio-. No son más que ratones. Reaccionan ante lo que ocurre. Nosotros somos personitas, somos especiales. Tendríamos que ser capaces de dar con la solución. Además, merecemos mejor suerte que ellos. Esto no debería ocurrirnos, y si nos ocurre, al menos tendríamos que recibir una compensación.

-¿Por qué tendríamos que recibir una compensación?- quiso saber Kof.
-Porque tenemos derecho.
-¿Derecho a qué?- preguntó Kof.
- Tenemos derecho a nuestro queso.
-¿Por qué? – insistió Kof.
- Porque este problema no lo hemos causado nosotros –respondió Kif -alguien ha provocado esta situación y nosotros tenemos que sacar algún provecho de ella. "


Queso amarillo con agujeritos





Bolas gordas sobre el queso




Instrumentos adecuados para cortar el queso


Queso en trozos



Pedazos del queso


Porciones resultantes del queso




Mutantes rellenos, conseguidos a partir del queso inicial

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